
Con los pies hinchados en la palangana,
Glorita debe estar pensando en que momento
dejo de ser la Princesa Leila,
para casarse con ese hombre que duerme
-los pies amarillos y el sudor tatuado-
en el medio de la cama matrimonial.
En El Spleen de Boedo de Fabian Casas (Ed. Vox, 2003)
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